miércoles, 9 de mayo de 2012

Elle

Es a ella a quien dedico mis triunfos, mis alegrías y agradecimientos, es mi madre quien motiva mis acciones y pensamientos, la persona que sufridamente goza mis alegrías, aún cuando su corazón se estremece y callada llora una ausencia prolongada. Mi heroína de ficción: fuerte, hermosa, poderosa y lejana; no podría estar más cerca de ella que ahora, sin embargo la extraño más que nunca, y la anhelo constantemente. Aún sufro su dolor y cansancio, su mirar triste y su andar pausado, sufro su ira, su frustración y lloro su llanto.
Mi madre es grande, mi madre es generosa, pues además de darme la vida me lo ha dado todo, me dio las alas con las que llego hasta donde lo deseo, me dio una caja de herramientas con las que construyo mis sueños y las ganas de aprender constantemente. Mi madre me enseñó el mundo y a decir “gracias”, me protegió de los monstruos del closet y curó mis enfermedades, me enseñó la importancia de pedir perdón, de ser humilde y compasiva y nunca una ignorante.  Ella me enseñó que la acumulación de riqueza debe fundamentarse en el trabajo, que las desigualdades no son justas y la verdad te evita problemas. Me enseñó a ser responsable y mantener mi palabra, a admirar al sabio y no al popular, a cuidar a los animales y a querer mejorar mi entorno, me enseñó que el honor, el respeto y la educación no se compran, y que el trabajo dignifica al sujeto.
Mi madre es única, como única fue su forma de amar, criar y proteger. No me imagino de otra manera, al final todo tuvo un sentido y agradezco que haya sucedido así.
Te extraño.

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