domingo, 28 de febrero de 2010

Capitulo IX


Guardo celosamente en mi piel el recuerdo agobiado de tus suaves labios acariciando ritmicamente cada centimetro de mi cuerpo, jugando en los recovecos que la naturaleza reservó al placer, a los juegos nocturnos.

Osas, sin embargo, dejar esta piel estremecida, ahogada, cansada de esperar el calor húmedo de tu aliento y sin más te alejas alegando amor, amor.

No me digas que no te amé, no creas lo que no fue. Cuando las maneras delatan al corazón y las palabras no hacen falta la obviedad del sentir se materializa en un juego, en una caricia, en una mirada.

Zarpada en la memoria queda la otredad de lo nuestro, el recuerdo de lo que no ocurrió y pudo ser, el rastro de tu aroma y la huella de tu paso queriendose quedar.

Ahogo en otros mares el ansia que desprende tu recuerdo, mirando mi reflejo en los ojos de quien parezca confortado por el calor que aún queda aqui.

Lamento ahora lo que se quizo y no se quizo, mientras en silencio seco la lagrima que a tiempo no se derramó, el sentimiento que a tiempo no se hirió y la historia que nunca se escribió.

Ojos que ahora miran ansiosos el pasar de los demás, buscando en cada mirada la complicidad anhelada, buscando solo una señal, un pestañeo, un guiño y nada más. Buscan dónde posarse mientras el tiempo se detiene y nace un nuevo amor.

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