Al cerrar los ojos, al respirar profundo, al contemplar el silencio.
Por todos lados encuentro el dulce mirar de tus ojos azules
el sabor de tus labios rojos y el jugeteo de tu lengua inquieta.
Me sonrojo con el solo hecho de recordar tu sonrrisa
y me da vueltas el estomago al evocar tu beso largo, profundo, apasionado.
Mi piel se eriza al revivir tu caricia, lenta, suave, rítmica,
y mis labios buscan deseosos la sedosidad de tu sien húmedecida.
Y sin embargo te dejo que me dejes ir sin decir nada más
Sólo un adios nos basta para no saber lo que pasará
para evitar lagrimas derramar
Sólo un adios; y no dejo de pensarte.
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